Thursday, December 18, 2008

Julio...






Vacío,
sólo,
ni mi julio,
ni mañanas,
ni mi despertar,
ni tú mudo amor entre los verbos,
ni tus muslos, ni tu cara,
ni tus besos, ni tu sexo,
ni el aroma de los años,
ni el engaño,
ni tu vida, ni la mía
ni tus ojos -ay, tus ojos-
sólo carne,
sólo sin tus míseros misterios,
solo en julio,
solo en julio…
Francisco Lechuga Mejía











En ese redúndate julio alejado,
aquel de algunas lluvias,
el de la inconsciente angustia de tu huída,
y en él siguen levitando
las sombras de tu ausencia,
y no hay figura de tu espalda,
no hay palabras,
no hay ecos,
ni tu voz.
Tu inconsciente voz
que poseía el delito
de dejarme inmóvil.

Y aún no vienen después de tu ausencia
las frases que nunca admitiste,
las palabras que te dije en aquel mes,
cuando era julio,
y este se repite aunque pase el tiempo.

Parece de ayeres el seguir trayéndote a mí,
parece de tontos
regresar y añorarte como siempre,
aun en tu misma presencia,
mi manipulable ser
nunca quedaba en tierra
para que pudieras verme.

-Y no me viste-
-Y no entendiste-



Era tan factible decir algunas letras,
destilar de tu cadera la elocuencia de mis versos,
aunar a las cadenas de mi soledad tan sola
tu personalidad tan definitiva.

Nunca fue en mi alcance
alcanzarte a ti,
toda completa,
ni siquiera la mitad,
me quede escribiendo,
escribiéndote lo que aun sigues sin leer.







Disculpas por el atrevimiento.

Mi maestro y complice,

Francisco Lechuga Mejia.

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